El desarrollo del niño en su primer año

Publicado: 3 marzo, 2023
Actualizado: 3 marzo, 2023

El primer año de vida es un periodo de increíble crecimiento y desarrollo en la vida de un niño. Durante este tiempo, los niños aprenden habilidades clave que les ayudarán a convertirse en adultos sanos. En este artículo hablamos de los distintos hitos que se producen durante el primer año y de cómo los padres pueden ayudar a estimular el desarrollo de sus hijos. También tratamos la importancia de crear un entorno seguro en casa para que el niño explore y crezca.

Por qué el primer año es crucial

El primer año de vida de un niño es crucial para el desarrollo de sus capacidades cognitivas, físicas y sociales. Durante este tiempo, los bebés aprenden a interactuar con el mundo que les rodea, incluidas las personas y los objetos.

Por eso es tan importante que tengan interacciones de calidad con sus cuidadores: para crear confianza, desarrollar habilidades lingüísticas y comprender las relaciones causa-efecto. Además, la investigación ha demostrado que las experiencias del primer año pueden ayudar a determinar los resultados a largo plazo, como el rendimiento escolar y la salud mental.

El desarrollo físico es también una parte importante del crecimiento del bebé durante su primer año. Los bebés aprenden a controlar los movimientos de su cuerpo, desde el control de la cabeza a los dos meses hasta caminar a los 12 meses. Hitos tempranos como darse la vuelta o sentarse son fundamentales para el desarrollo de la motricidad fina. Apoyar el desarrollo físico del bebé mediante el juego ayuda a fomentar la exploración, la experimentación y la confianza, elementos esenciales para su desarrollo posterior.

Por último, los bebés también deben aprender a regular sus emociones durante este periodo; están adquiriendo experiencia en expresarse a la vez que aprenden cómo reaccionan los demás cuando expresan sentimientos diferentes, como la felicidad o la tristeza. La constancia de un cuidador a la hora de proporcionar consuelo y seguridad facilita que los niños gestionen estas emociones de forma más eficaz a medida que crecen. Todos estos avances son esenciales para allanar el camino hacia una infancia próspera.

Desarrollo del recién nacido

Los recién nacidos nacen con muchos reflejos, como hozar y succionar, que les ayudan a sobrevivir. Estos reflejos acaban desapareciendo a medida que el bebé aprende a interactuar con su entorno. En las primeras semanas de vida, los bebés crecen rápidamente, aprendiendo nuevas habilidades y rutinas cada día. El desarrollo motor incluye darse la vuelta, sentarse y gatear.

El desarrollo cognitivo incluye reconocer caras y objetos familiares, responder a instrucciones sencillas y empezar a entender el lenguaje. El desarrollo socioemocional implica sonreír en respuesta a las sonrisas o expresiones de emoción de los cuidadores. Desarrolla una sensación de seguridad a través de interacciones rutinarias con los cuidadores principales, formando un vínculo de apego con ellos.

Los bebés también desarrollan formas de comunicarse sin palabras, como llorar cuando quieren algo o vocalizar sonidos por placer. Como los recién nacidos siguen desarrollándose durante su primer año, los padres deben tener paciencia, ya que cada hito se alcanza a su propio ritmo.

Hitos físicos en el primer año

A los 8 meses, la mayoría de los bebés pueden sentarse sin apoyo e incluso ponerse de pie por sí solos. También pueden empezar a gatear o a desplazarse sobre su culito. Los bebés de esta edad suelen ser muy curiosos y exploran su entorno tocando y manipulando objetos con las manos. Alrededor de los 10 meses, muchos bebés empiezan a andar de forma independiente, aunque algunos tardan un poco más en alcanzar este hito.

En la segunda mitad del primer año, la mayoría de los bebés empiezan a comunicarse más con sonidos similares al habla, como balbuceos o palabras sencillas como «mamá» o «papá». Algunos bebés incluso son capaces de entender peticiones sencillas como «no» o «ven aquí». También es el momento en que desarrollan habilidades motoras finas, como sostener un objeto con dos dedos, colocar objetos pequeños en un recipiente, dibujar líneas en un papel y apilar bloques. Los bebés de esta edad también empiezan a utilizar gestos como señalar con el dedo o decir adiós con la mano.

Hitos cognitivos en el primer año

A los dos meses, los bebés pueden reconocer a sus padres por la voz y la vista. También pueden empezar a sonreír en respuesta a señales sociales. A los cuatro meses, los bebés son capaces de mantener la cabeza erguida y pueden empezar a balbucear o a emitir sonidos como «ma-ma» y «da-da».

A los seis meses, los bebés deberían desarrollar una comprensión de la permanencia de los objetos y serán capaces de responder cuando alguien les diga adiós con la mano.

A los nueve meses, los bebés suelen empezar a gatear y a ponerse de pie con ayuda y tendrán un vocabulario de palabras cada vez mayor.

Por último, a los doce meses suelen empezar a andar de forma independiente y a responder cuando se les llama por su nombre. Durante este tiempo también deberían ser capaces de señalar objetos que les interesan y entender órdenes sencillas como «no» o «ven aquí».

Hitos sociales y emocionales en el primer año

Alrededor de los tres meses, los bebés suelen mostrar signos de reconocimiento cuando sus padres u otras personas conocidas entran en la habitación. También pueden imitar expresiones faciales y empiezan a balbucear y arrullar.

A los seis meses, la mayoría de los bebés pueden sentarse con un apoyo mínimo, responden a distintos tonos de voz y se reconocen en un espejo. A los nueve meses, los bebés suelen entender instrucciones sencillas como «No» o «Ven aquí». También pueden decir adiós con la mano o realizar juegos sencillos de imitación, como el cucú.

Alrededor de los doce meses, los niños son más conscientes de su entorno y empiezan a establecer relaciones con otras personas ajenas a la unidad familiar. Empieza a gatear e incluso puede dar sus primeros pasos. Desde el punto de vista emocional, pueden expresar miedo cuando se encuentran con personas u objetos nuevos en un entorno desconocido y empiezan a comprender emociones básicas como la ira, la alegría y la tristeza.

Participación de los padres

La implicación de los padres durante el primer año de vida del niño es clave para su desarrollo. Ayuda a crear vínculos seguros entre padres e hijos, lo que puede influir en una autoestima positiva, la regulación emocional y el desarrollo del lenguaje. Colaborar con los padres en los primeros años puede proporcionarles las habilidades que necesitan para apoyar el crecimiento y el bienestar de su hijo.

Los padres pueden implicarse proporcionando un contacto físico constante, como mimos o balanceos; participando en interacciones lúdicas utilizando libros, juguetes o música; y respondiendo de forma adecuada y constante a las señales de su bebé.

También deben procurar crear un entorno familiar propicio en el que el bebé se sienta seguro, protegido, querido y cuidado. Los padres también deben ser conscientes de sus propias emociones cuando interactúan con su bebé: ser conscientes de cómo se sienten les ayudará a mantener la calma mientras interactúan con su pequeño. Además, es importante que los padres se cuiden para estar mejor preparados para las tareas de crianza.

Por último, implicar a otros miembros de la familia en las primeras etapas de la crianza puede ser beneficioso tanto para los padres como para el niño, ya que supone otra fuente de amor y apoyo para todas las partes implicadas. Por ejemplo, los abuelos pueden visitar al niño con regularidad o los hermanos pueden ayudar en las tareas domésticas si los padres necesitan más ayuda para cuidar al nuevo miembro de la familia.

Desafíos comunes

Uno de los retos más comunes durante el primer año es aprender a regular las emociones. Los bebés nacen con un sistema emocional primitivo que a menudo les hace sentirse abrumados y confusos cuando experimentan sentimientos intensos.

A medida que los bebés aprenden a diferenciar, expresar y afrontar sus emociones, los padres pueden proporcionarles apoyo respondiendo a sus necesidades de forma coherente y sensible. Esto incluye ayudar a los bebés a identificar sus sentimientos a través de expresiones faciales y lenguaje corporal y proporcionarles consuelo cuando están angustiados.

Otro reto durante el primer año es desarrollar vínculos seguros. Los estilos de apego se forman durante este periodo, a medida que los bebés aprenden a confiar en sus cuidadores y a depender de ellos para obtener consuelo, cariño y protección frente al peligro. Los padres que están atentos a las señales de su bebé ayudan a fomentar estilos de apego seguros que pueden influir en el desarrollo del niño a lo largo de su vida. Lo hacen dando respuestas sensibles que satisfacen las necesidades del bebé a tiempo siempre que es posible.

Además, los bebés deben dominar habilidades motrices básicas como darse la vuelta, sentarse, gatear, caminar, etc., que requieren una gran coordinación, así como capacidades de procesamiento cognitivo como la resolución de problemas o el razonamiento de causa-efecto, que sientan las bases para hitos posteriores del desarrollo como el habla o el juego simbólico.

Conclusiones: Desarrollo infantil en el primer año

Durante el primer año, los bebés y sus cuidadores experimentan una amplia gama de cambios físicos, cognitivos y emocionales. Aunque el momento en que se producen estos hitos del desarrollo puede variar de un bebé a otro, la mayoría de los bebés muestran patrones constantes en su desarrollo. Durante este periodo, los padres pueden contribuir a un desarrollo sano proporcionando un entorno seguro y enriquecedor, lleno de amor e interacciones receptivas.

En el primer año de vida, los bebés aprenden a confiar en sus cuidadores para sentirse cómodos y seguros mientras exploran su mundo. A través de interacciones positivas como el contacto visual, los abrazos, las canciones, la lectura conjunta de libros y juegos como el cucú o la palmadita que refuerzan las habilidades lingüísticas, los bebés aprenden a regular sus emociones y a mostrar empatía hacia los demás.

Los bebés crecen rápidamente durante su primer año de vida, a medida que toman conciencia del mundo que les rodea. Cuando los padres observan cuándo su hijo empieza a mostrar ciertas habilidades, como darse la vuelta o sentarse de forma independiente durante breves periodos de tiempo -hitos que constituyen importantes hitos en el camino-, conviene recordar que cada niño se desarrolla a su ritmo y a su manera.

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