¿Debemos premiar a los niños?

Publicado: 1 marzo, 2023
Actualizado: 1 marzo, 2023

Recompensar, o premiar a los niños por su buen comportamiento es una práctica arraigada en muchos hogares, pero ¿es realmente beneficiosa? Este artículo pretende responder a la pregunta de si debemos o no recompensar a los niños por su buen comportamiento.

Explorará los efectos positivos y negativos de las recompensas en los niños y analizará por qué las recompensas pueden ser más perjudiciales que beneficiosas en determinadas situaciones. La investigación sugiere que recompensar a los niños puede tener consecuencias tanto a corto como a largo plazo, dependiendo de cómo se aplique.

¿Qué es la recompensa?

Los sistemas de recompensa son una forma popular de animar a los niños a comportarse de determinadas maneras. Las recompensas proporcionan un motivador externo que anima a los niños a repetir el comportamiento más allá de su propia motivación intrínseca. Puede tratarse de un refuerzo positivo, como el elogio verbal, o de recompensas tangibles, como pegatinas, juguetes o golosinas. La idea es que recompensar el buen comportamiento ayuda a los niños a establecer hábitos deseables y refuerza el comportamiento esperado.

Puede distraerles de comportamientos no deseados y fomentar interacciones sociales positivas con adultos y compañeros. Aunque los sistemas de recompensa pueden ser eficaces en algunos casos, no deben utilizarse indiscriminadamente o sin tener en cuenta las necesidades e intereses individuales del niño.

Es importante asegurarse de que las recompensas sean apropiadas para la tarea en cuestión y de que no sean demasiado frecuentes ni resten oportunidades al aprendizaje natural. En última instancia, es importante tener en cuenta tanto los objetivos a corto plazo de enseñar los comportamientos deseados como el objetivo a largo plazo de fomentar la automotivación del niño a la hora de decidir si se le recompensa o no por sus acciones.

Beneficios de premiar a los niños

Recompensar a los niños puede tener numerosos beneficios, sobre todo en el desarrollo de la motivación intrínseca. Ofrecer recompensas tangibles, como juguetes o golosinas, cuando un niño realiza determinadas tareas o muestra ciertos comportamientos puede ayudar a reforzar esos comportamientos y promover un mayor compromiso.

Beneficios de premiar a los niños

Este tipo de sistema de recompensas puede ayudar a los niños a darse cuenta de que son capaces de alcanzar objetivos y desarrollar hábitos saludables. Las recompensas también crean una sensación de éxito y realización en los niños, lo que es beneficioso para su autoestima.

Por otra parte, recompensar a los niños no debe ser el único método utilizado para fomentar un comportamiento positivo. Por el contrario, las recompensas deben utilizarse junto con el elogio y el reconocimiento del buen comportamiento para que los niños comprendan que sus logros se valoran incluso sin recibir una recompensa física.

Es importante señalar que las recompensas tampoco deben utilizarse como una forma de castigo, ya que esto puede dar lugar a comportamientos negativos por parte del niño, que empieza a asociar las recompensas con malas acciones en lugar de con logros. En última instancia, cuando se hacen correctamente, las recompensas son un medio eficaz para que padres y profesores refuercen los comportamientos positivos de sus hijos y, al mismo tiempo, aumenten su confianza en sí mismos y sus niveles de motivación intrínseca.

Limitaciones de las recompensas

Aunque las recompensas pueden ser eficaces para motivar a los niños, también pueden provocar algunos inconvenientes no deseados. Una limitación es que los sistemas de recompensa tienden a centrarse en objetivos a corto plazo más que en el progreso a largo plazo. Esto significa que una vez que la recompensa desaparece, también lo hace la motivación del niño para seguir comportándose o realizando una conducta determinada.

Otra limitación de las recompensas es cuando el niño empieza a considerar que sus logros sólo son valiosos si le reportan algo tangible a cambio. Las recompensas deben utilizarse con moderación y no deben convertirse en una expectativa frecuente de los padres; de lo contrario, pueden surgir sentimientos de derecho en los niños que pueden dar lugar a problemas de conducta más adelante.

Además, las recompensas pueden limitar el deseo de motivación intrínseca del niño a medida que crece y depende menos de motivadores externos como el dinero o los juguetes de los padres. En definitiva, es importante que los padres comprendan tanto los beneficios como las limitaciones del uso de recompensas con sus hijos.

El uso de recompensas no materiales

Las recompensas no materiales pueden ser una forma eficaz de motivar a los niños y reconocer sus acciones. Además de incentivos tangibles como golosinas o dinero, las recompensas no materiales pueden incluir elogios verbales, abrazos, chocar los cinco y otras formas de atención positiva.

Este tipo de sistema de recompensa es especialmente eficaz para los niños pequeños que aún no entienden el concepto de ganarse una recompensa material. Simplemente elogiando a un niño por sus logros o su buen comportamiento, los padres pueden reforzar el vínculo entre ellos y ayudarles a desarrollar un sentimiento de orgullo por sí mismos.

En muchos casos, las recompensas no materiales son más significativas que las materiales. Por ejemplo, cuando un padre le dice a su hijo «estoy muy orgulloso de ti», transmite mucha más sinceridad que si en su lugar le hubiera dado algo físico como dinero o caramelos.

Estas recompensas intangibles brindan oportunidades para momentos de enseñanza que permiten a los padres explicar por qué se recompensan determinados comportamientos en lugar de otros, al tiempo que fomentan una comunicación sólida entre padres e hijos. En general, con paciencia y coherencia en su uso, las recompensas no materiales pueden resultar una herramienta inestimable para ayudar a su hijo a convertirse en una persona de éxito a medida que crece.

Factores a tener en cuenta al recompensar a los niños

Recompensar a los niños es una parte importante de la crianza. Puede ayudar a fomentar un comportamiento positivo, motivar a los niños para que den lo mejor de sí mismos y cultivar un sano sentido de la autoestima. Sin embargo, es importante ser consciente de los diversos factores que pueden influir en la forma en que los niños reciben e interpretan las recompensas.

Un factor a tener en cuenta es el tipo de recompensa que se da. Las recompensas materiales, como los juguetes o los caramelos, pueden tener efectos a corto plazo sobre la motivación, pero no siempre proporcionan beneficios duraderos. Por el contrario, el refuerzo positivo, como los elogios verbales o el tiempo de calidad con los padres, puede generar confianza en sí mismos a largo plazo en los niños.

Otro factor a tener en cuenta a la hora de recompensar a los niños es el momento oportuno. Las recompensas deben ser lo suficientemente oportunas como para que los niños entiendan qué comportamientos se están recompensando; de lo contrario, la recompensa no tendrá el efecto deseado.

Además, es importante que los padres fijen expectativas razonables para sus hijos: cuando se establecen objetivos apropiados y se cumplen con una recompensa ofrecida como reconocimiento, esto motivará aún más a los niños a esforzarse por alcanzar el éxito en futuros esfuerzos.

Alternativas a las recompensas materiales

El elogio verbal es una de las alternativas más eficaces a las recompensas materiales. Los estudios han demostrado que escuchar palabras de afirmación como «buen trabajo» o «has hecho un gran trabajo» puede aumentar la motivación intrínseca y los sentimientos de autoestima en los niños. Además, los elogios verbales refuerzan la idea de que es importante hacer algo por sí mismo, no sólo por una recompensa.

Participar en actividades significativas con los niños también puede ser un sistema de recompensa eficaz. Pasar tiempo de calidad con ellos puede demostrarles cariño y aprecio sin tener que darles objetos materiales como recompensa. Por ejemplo, jugar a algo juntos, ir a tomar un helado o realizar actividades divertidas al aire libre, como pasear o volar cometas.

Dar a los niños más responsabilidad e independencia también puede utilizarse como forma alternativa de recompensa. Puede tratarse de pequeñas tareas, como sacar la basura o ayudar en las tareas domésticas, o de tareas de mayor envergadura, como cuidar de los hermanos pequeños mientras los padres están fuera trabajando. La clave es que estas responsabilidades sean apropiadas para su edad, de modo que no se sientan abrumados, pero sí recompensados al sentirse realizados tras completar sus tareas con éxito.

Conclusión: ¿Es apropiado recompensar a los niños?

Premiar a los niños por su buen comportamiento o sus logros académicos es un tema muy debatido. Por un lado, las recompensas pueden considerarse un refuerzo positivo de los comportamientos deseados y una forma de motivar a los niños para que den lo mejor de sí mismos.

Hay quien sostiene que las recompensas pueden tener consecuencias indeseables, como la creación de un ambiente competitivo poco saludable en las aulas y en casa. En última instancia, corresponde a padres y educadores decidir si son apropiadas para su situación particular.

A la hora de utilizar las recompensas, es importante tener en cuenta el contexto; cuando se emplean de forma adecuada, con reglas básicas y expectativas claras, pueden ser beneficiosas. Por ejemplo, los objetivos orientados a tareas concretas, como terminar los deberes a una hora determinada, deben ir acompañados de recompensas tangibles, como tiempo extra de juego o golosinas.

Es importante centrarse en la motivación intrínseca más que en los incentivos extrínsecos; elogiar el buen comportamiento en lugar de prometer caramelos fomentará los resultados del aprendizaje a largo plazo de forma más eficaz que la gratificación a corto plazo de la comida o los juguetes.

En última instancia, la conveniencia o no de recompensar a los niños depende de las circunstancias individuales; cada niño responde de forma diferente y las distintas estrategias funcionan en familias y entornos educativos diferentes. Si se utilizan correctamente, con límites claros establecidos de antemano y haciendo hincapié en la motivación intrínseca por encima de la gratificación externa, las recompensas pueden ser herramientas eficaces para fomentar el comportamiento positivo de los niños.

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