Publicado: 5 marzo, 2023
Actualizado: 9 mayo, 2025
Querida mamá que estás leyendo esto, ¿cuántas veces te has preguntado si lo estás haciendo bien? Si estás aquí, buscando formas de ser una mejor madre, es porque ya eres una madre comprometida y amorosa.
La maternidad es, sin duda, uno de los roles más desafiantes y gratificantes que podemos experimentar. No existe un manual perfecto porque cada madre y cada hijo son únicos, pero podemos aprender juntas algunas estrategias para disfrutar más este camino.
La maternidad no significa perfección. Significa estar presente, aprender constantemente y dar lo mejor de ti cada día.
En este artículo, exploraremos juntas cómo podemos ser buenas madres mientras navegamos por los altibajos de la crianza, cuidándonos en el proceso y celebrando los pequeños logros diarios que hacen que todo valga la pena.
En este artículo
El autocuidado como base de la maternidad
Priorizar tu bienestar no es egoísmo, es necesidad
Para poder dar lo mejor a nuestros hijos, primero debemos cuidarnos a nosotras mismas. El autocuidado no es un lujo, es una necesidad fundamental para toda madre. Cuando priorizamos nuestro bienestar físico y emocional, les enseñamos a nuestros hijos una valiosa lección sobre amor propio y equilibrio.
Pequeños momentos de cuidado personal en tu rutina diaria
No necesitas escapadas costosas o largas horas de spa (aunque serían maravillosas). El autocuidado puede integrarse en pequeñas dosis durante tu día:
- Despierta 15 minutos antes que el resto de la familia para disfrutar un café o té en calma
- Reserva al menos 20 minutos diarios para moverte: caminar, bailar o estirar tu cuerpo
- Establece límites claros con tu tiempo y aprende a decir «no» sin culpa
- Mantén una pequeña lista de actividades que te recarguen y hazlas regularmente
El oxígeno propio antes que el ajeno
Recuerda las instrucciones de seguridad en los aviones: «Coloca primero tu máscara de oxígeno antes de ayudar a otros«. Esta analogía aplica perfectamente a la maternidad. Si estás agotada, frustrada o al límite, será mucho más difícil responder a tus hijos con la paciencia y amor que deseas.
El descanso adecuado, la alimentación equilibrada y momentos de conexión contigo misma no son negociables. Cuando te permites descansar y recuperar energía, estás invirtiendo directamente en la calidad de tu maternidad.
Estableciendo límites saludables con amor

El equilibrio entre firmeza y cariño
Ser una buena madre no significa decir «sí» a todo. Los niños necesitan límites claros y consistentes para sentirse seguros. Los límites son como barandales que les permiten explorar su mundo con confianza, sabiendo que hay reglas protectoras.
Cómo poner límites sin sentirte «la mala del cuento»
Para establecer límites efectivos:
- Sé clara y específica sobre las reglas y expectativas
- Mantén la calma al establecer consecuencias, evitando reaccionar desde el enojo
- Explica el porqué de los límites según la edad de tus hijos
- Sé consistente: los límites que varían constantemente generan confusión
- Reconoce y valora cuando tus hijos respetan los límites establecidos
Los límites también son para ti
Enseña a tus hijos que mamá también tiene necesidades y límites personales. Esto les ayudará a desarrollar empatía y respeto hacia los demás. Por ejemplo, puedes explicarles: «Mamá necesita 15 minutos para terminar esta llamada. Después podremos jugar juntos.»
Recuerda que establecer límites saludables es un acto de amor. Les estás preparando para un mundo donde deberán respetar normas y convivir armoniosamente con otros.
Comunicación efectiva con los hijos según su edad

La base de toda buena relación
La comunicación efectiva es la columna vertebral de una relación sana con tus hijos. No se trata solo de hablar, sino de escuchar activamente, validar sentimientos y crear espacios seguros para el diálogo.
Adaptando la comunicación a cada etapa
Para niños pequeños (1-5 años):
- Usa lenguaje sencillo y concreto
- Agáchate a su altura al hablarles
- Refuerza las palabras con gestos y expresiones faciales
- Valida sus emociones: «Veo que estás enojado porque no puedes tener ese dulce»
Para niños escolares (6-12 años):
- Haz preguntas abiertas: «¿Cómo te fue hoy?» puede reemplazarse por «¿Qué fue lo más divertido que hiciste hoy?»
- Crea rituales de comunicación: la cena familiar, el trayecto a la escuela o el momento antes de dormir
- Escucha sin interrumpir ni juzgar sus opiniones
- Comparte también tus experiencias apropiadas para su edad
Para adolescentes:
- Respeta su privacidad y autonomía creciente
- Mantén conversaciones sobre temas relevantes para ellos
- Evita sermones y busca momentos naturales para dialogar
- Sé honesta y auténtica, los adolescentes detectan la falsedad
La comunicación no verbal importa
Recuerda que comunicamos constantemente, incluso cuando no hablamos. Nuestros gestos, tono de voz y lenguaje corporal transmiten mensajes poderosos. Procura que tu comunicación no verbal refuerce el mensaje verbal que quieres transmitir.
Construyendo rutinas que beneficien a toda la familia
El poder de la previsibilidad
Los niños prosperan con rutinas claras y predecibles. Una estructura diaria les brinda seguridad y les ayuda a desarrollar hábitos saludables a largo plazo. Las rutinas también te ayudan a ti como madre a organizarte mejor y reducir el estrés diario.
Rutinas adaptadas a la realidad familiar
No se trata de seguir horarios rígidos que te estresen más, sino de establecer secuencias previsibles que funcionen para tu familia:
- Rutinas matutinas: Define pasos claros desde el despertar hasta salir de casa o comenzar actividades
- Rutinas de comidas: Intenta mantener horarios regulares y, cuando sea posible, comer juntos como familia
- Rutinas de tareas escolares: Establece un espacio y momento específico para hacerlas
- Rutinas de descanso: La hora de dormir es sagrada y merece una secuencia tranquila y predecible
Flexibilidad dentro de la estructura
Aunque las rutinas son importantes, también debemos enseñar flexibilidad. La vida trae imprevistos y los niños necesitan aprender a adaptarse. Encuentra un equilibrio entre mantener la estructura y permitir cierta flexibilidad cuando sea necesario.
Recuerda que el objetivo de las rutinas no es controlarlo todo, sino crear un ambiente predecible que genere tranquilidad y seguridad para todos.
Manejando la culpa maternal de forma constructiva
Tu mejor aliada o tu peor enemiga
La culpa parece ser una compañera inseparable en el viaje de la maternidad. Nos sentimos culpables si trabajamos demasiado, si no trabajamos, si somos estrictas o si somos permisivas. Esta emoción puede consumirnos o, si la manejamos adecuadamente, convertirse en una brújula que nos ayude a realinearnos con nuestros valores.
Transforma la culpa en acción positiva
Cuando sientas culpa, pregúntate:
- ¿Es una culpa realista o estoy aspirando a estándares imposibles?
- ¿Qué necesidad no atendida me está señalando esta emoción?
- ¿Qué pequeño cambio puedo implementar ahora mismo?
Libérate de las comparaciones
Cada familia es única, con sus propias circunstancias, valores y desafíos. Compárate solo contigo misma: ¿estás siendo la madre que quieres ser según tus propios valores? No según los estándares de las redes sociales, tu vecina o tu propia madre.
Recuerda que tus hijos no necesitan una madre perfecta. Necesitan una madre real, que comete errores, los reconoce, pide perdón cuando es necesario y sigue adelante con amor.
Encontrando tu estilo único de crianza
Más allá de las etiquetas
Crianza respetuosa, crianza consciente, disciplina positiva… hay tantos enfoques como familias en el mundo. Lo importante no es adherirse estrictamente a una filosofía, sino encontrar las estrategias que resuenen con tus valores y funcionen para tu familia única.
Conoce a cada uno de tus hijos
Cada niño es un universo con necesidades, temperamentos y formas de expresar amor diferentes. Observa detenidamente a cada uno de tus hijos:
- ¿Cómo reaccionan ante diferentes situaciones?
- ¿Qué les hace sentir amados y seguros?
- ¿Cuáles son sus fortalezas y desafíos particulares?
Esta información te ayudará a adaptar tu crianza a las necesidades específicas de cada uno.
Confía en tu intuición materna
En un mundo lleno de consejos contradictorios sobre crianza, tu intuición materna es una guía valiosa. Después de informarte y considerar diferentes perspectivas, confía en tu conocimiento único sobre tus hijos y tu familia.
La buena maternidad no se mide por seguir perfectamente un método, sino por la conexión genuina que construyes con tus hijos y la capacidad de adaptarte a sus necesidades cambiantes.
Creando una red de apoyo para madres
Se necesita una aldea
El refrán «Se necesita un pueblo para criar a un niño» sigue siendo profundamente cierto. Ninguna madre debería sentir que tiene que hacerlo todo sola. Construir una red de apoyo no es un lujo, es una necesidad para una maternidad sostenible.
Cultivando tu círculo de apoyo
Tu red puede incluir:
- Familia cercana: Padres, hermanos, tíos que puedan ayudar ocasionalmente
- Amistades: Especialmente otras madres que entiendan tus desafíos
- Comunidad: Grupos de madres, vecinos solidarios, comunidades religiosas
- Profesionales: Pediatra, psicólogo infantil, educadores y otros especialistas
Aprendiendo a pedir y recibir ayuda
Para muchas de nosotras, pedir ayuda es difícil. Sin embargo, permitir que otros te apoyen no solo te beneficia a ti, sino que les da a tus hijos más adultos amorosos en sus vidas y les enseña el valor de la comunidad.
Recuerda: aceptar ayuda no te hace menos capaz como madre; te hace más sabia al reconocer tus límites y priorizar el bienestar familiar por encima del orgullo.
Conclusión: Celebrando los pequeños logros del día a día
Al final de cada día, la buena maternidad no se mide por listas de verificación completadas o por tener hijos «perfectos». Se trata de estar presente, amar incondicionalmente y guiar con respeto y firmeza.
Celebra los pequeños momentos: la risa compartida en la cena, el abrazo espontáneo, la conversación significativa antes de dormir. Estos instantes, acumulados a lo largo de los años, son los que construyen una infancia feliz y unos lazos familiares duraderos.
Recuerda siempre: no estás criando a tus hijos para el presente inmediato, sino para que se conviertan en adultos felices, seguros y compasivos. Cada día es una oportunidad para sembrar semillas de amor, respeto y valores que florecerán con el tiempo.
Y lo más importante: confía en que ya eres una buena madre por el simple hecho de preocuparte por serlo. Tu amor, aunque imperfecto como todo lo humano, es exactamente lo que tus hijos necesitan para crecer fuertes y felices.
¿Qué pequeña victoria maternal celebrarás hoy?
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